Es tan complicado como cumplir un sueño. Así suele plantearse la comparación cuando algo difícil de hacer se presenta en el día a día. Es imposible programar la concreción de una ilusión para una fecha determinada. Cumplir un sueño depende más de circunstancias que de acciones y, al mismo tiempo, ejecutar la acción en pos del sueño está ligada a la bondad de la circunstancia. La pandemia fue bondadosa -aunque suene contradictorio- con Sebastián Gómez Lassalle. “Tener el circuito en casa es el sueño del pibe hecho realidad”, cuenta feliz, como un niño, “Sebi”, nueve veces campeón de la Copa Tucumana de Descenso y actual campeón argentino de enduro.
Él tiene barba candado, mide 1,83 y pesa 78 kilos. Su envergadura seguramente tapa un arco de fútbol cinco y su espalda ancha sirve como para ser cómplice y cubrir a alguien que no quiere ser descubierto. Sus brazos son anchos y con músculos marcados. Pura fibra para soportar las caídas y el terreno sinuoso, lleno de piedras, por el que están demarcados los circuitos en bajada en los que compite. Una robusta bicicleta, bastante pesada, es la que maneja con gran habilidad. Su estampa no encaja en la de un pibe. Es la fisonomía de un hombre.
A los 29 años dejó de soñar porque la realidad, aunque triste, contribuyó para que el ciclista tuviera su circuito en el fondo de casa. Independizado hace poco, “Sebi” puede hacer lo que quiera en el patio de su nuevo hogar. Pero eso no es lo principal en el guiño del destino. “Lo que más sobra hoy es lo que siempre falta: tiempo”, teorizó el rider. “Siempre tuve la idea de hacer un circuito de este tipo. La cuarentena fue perfecta, así que dije: ‘este es el momento’”, contó.
La pandemia, entonces, le terminó de acomodar el horizonte para ese anhelo que nunca desapareció mientras crecía. Las ganas siempre estuvieron. De pequeño y en soledad, como lo hizo ahora, su físico no le hubiese permitido “hombrear” piedras y troncos. O palear para construir las “olas” y las curvas peraltadas. El espacio físico disponible hace poco lo tiene. Al hombre le faltaba ese tiempo que de pibe tenía, pero le faltaba todo lo otro. “Son cosas que llevan dedicación. Al poder salir a andar en el tremendo cerro que tenemos, siempre se postergaba también. Ahora, se dio todo esto de quedarse en casa y justo tener todo lo que hacía falta. Fue una señal”, catalogó Gómez Lassalle.
“Loco, además de felicitaciones, es lo que me pusieron en las redes sociales. Fue gracioso porque a nadie le dije lo que estaba haciendo. Loco, pero está todo calculado”, se pone serio el constructor del circuito. La creación puede parecer simple, en cuanto a que muchos, con un poco de esfuerzo, podrían replicar lo que Gómez Lassalle hizo. Es posible, pero “Sebi” le puso gran atención al aspecto técnico para que sea el más correcto y preciso. “El pump track (ver nota aparte), aunque no se note, es una obra de ingeniería importante. Hay empresas que se dedican específicamente a hacerlos. Hay que saber las medidas entre montículos, altura, inclinación para que la bicicleta avance con la fuerza que se le ejerce. También hay que saber el radio, altura y longitud de los peraltes. Todo eso es necesario para poder generar la velocidad y completar el circuito sin pedalear y que a la vez sea divertido”, describió Gómez Lassalle.
Todo solo
El yerbabuenense se autocalzó todos los trajes necesarios para la construcción. Arquitecto, agrimensor, diseñador, todos aprendidos desde la experiencia y los diálogos con referentes de la bicicleta de montaña, siempre amparado por la disponibilidad de tiempo que da el aislamiento social preventivo obligatorio. “La verdad, no pedí mucha ayuda técnica. Fui aprendiendo gracias a ‘Guillo’ Pasquini que nos llamó a mí y a mi hermano para hacer el primer pump track de Tucumán años atrás. Después, con los viajes por el país y el mundo. En Francia, estuve en una de las fechas del Mundial de pump truck como espectador. Conocí a Adrien Loron, el campeón del mundo, y a su padre, quienes se dedican a hacer estas pistas”, relató. Allí, en la comuna francesa de Les Gets, Gómez Lassallle pudo presenciar el testeo del circuito. “Lo controlaban para que quede perfecto. Nos explicaron algunas modificaciones que había que hacerle y pulir mínimos detalles que nunca me hubiera imaginado. A las medidas de ese circuito todavía las tengo anotadas en el celular”, destacó esa experiencia, clave para que el trazado que creó sea de lo mejor.
“Superó mis expectativas”, afirmó. “Pero no cambiaría nada de lo que siempre hago”, aclaró. Y es que por más que le ponga toneladas de esmero a cualquier circuito que construya, no hay nada como la montaña tucumana. “Ahora, hay cosas que se valoran más, ya que no las podemos hacer. Como salir a andar en ‘bici’ y disfrutar del cerro, salir a tomar algo con mi novia o amigos, hacer asados. ¡Hasta trabajar!”, detalló sobre la rutina que se alteró al ciento por ciento debido al covid-19.
“Veo que mucha gente está deprimida. Yo estoy bastante entretenido en la cuarentena. No es que la estoy pasando excelente, pero estoy aprovechando para hacer muchas cosas”, dijo el ganador del premio LA GACETA en descenso en 2018. Vaya que aprovechó y cumplió el sueño del circuito propio, ahí, en el fondo de casa.